No han sido una, ni dos, ni tres las veces que he cerrado los ojos, dejado caer la cabeza hacia atrás y haber deseado con cada parte de mi cuerpo que ocurra algo que lo borre todo de pronto y, a lo final de La historia sin fin, comenzar desde cero: una nueva historia, con personajes renovados, con menos enredos y con muchas pero muchas más satisfacciones. Una parte de mí, quizás una más grande de lo que creía, esperaba ese desenlace la primera vez que metí mi vida en cajas y la mudé de país.

Esta es la tercera vez en la que empacar y desempacar me revoluciona hasta la forma en la que tomo el agua (No exagero). Dicen que a la tercera va la vencida. Ya el tiempo lo dirá. Lo que sí que me ha quedado claro es que lo de borrón y cuenta nueva tiene sus matices.

Por ejemplo, es inevitable volver a:

visitar oficinas de extranjería, impuestos, bancos, médicos, etc.,

 aprender a decir buenos días, tardes y noches en un nuevo idioma,

 saber quién es quién en tu edificio (que no es que sirviese de mucho en nuestra comunidad anterior, pero algo sí que sabíamos),

 aprender la nueva ruta del autobús (ahora un esfuerzo casi inexistente gracias a Google Maps ¡que dónde estaba hace 10 años cuando llegué a Noruega y no tenía ni idea de que los caracteres Ø, Æ, o Y eran vocales ni mucho menos idea de cómo se pronunciaban!),

 saber dónde es que se consigue la harina PAN para mis arepas (lo único de mi bagaje gastronómico venezolano que no soy capaz de negociar).

Y aunque la lista sigue, claro está, lo dicho sirve para guiarnos al meollo de este texto: mucho de lo práctico y EXTERNO debe reescribirse desde cero cuando cambiamos de código país, pero volver a empezar poco tiene que ver con ese “ojalá” de “borrarlo todo de pronto”, pues lo que uno es, lo que uno acumula mientras vive, a eso no se le pasa la página.

Es más, lo interno, ese YO, con mayúsculas, ha crecido como la levadura, y en este contexto crecer va sin connotaciones positivas o negativas… el que sea para un lado o para el otro nada tiene que ver con la visa de residente, ni con un código postal; eso lo decido yo, y lo decido desde mi pensar, sentir y actuar. Elemental, mi querido Watson.

Mudarse, por tanto, no es mudarse de lo que uno es, es aceptar que nuestro equipaje es más que objetos, es también las creencias, las verdades con las que significo al mundo que me rodea. Aceptando y tomando conciencia de ello, es que emprenderemos el camino hacia el hogar que tanto anhelamos alcanzar.

Al mudarnos llevamos en nuestro equipaje nuestras creencias con las que significamos el mundo que nos rodea

A la tercera va ¿la vencida?

Hace ya un par de meses que llegamos a Barcelona. Me acompañan los tres hombres que me regalan el poder de la transformación con cada lágrima, silencio o sonrisa, mi esposo y mis hijos. En este tiempo nos ha pasado de todo. Desde lo que planeamos, hasta lo que no y lo que jamás imaginamos que hiciera falta planear.

Quizás sea esa la motivación para volver a Hacia Ithaka, un blog que va y viene con nuestros viajes: la primera entrada la escribí antes de dejar Stavanger, otras dos, más algunas colaboraciones para otros portales, nacieron durante los primeros meses de nuestra vida en Copenhague, y luego vinieron no sé cuántos borradores que se fueron acumulando en la computadora mientras me debatía entre la necesidad real de la maternidad, con un bebé de dos años y a punto de dar a luz al segundo, y mi necesidad de mantener a flote MI concepto de mujer, inmigrante, mamá, esposa, coach, gerente del hogar, bloguera, facilitadora, deportista (y lo peor es que la lista puede seguir..) y que en MI historia resultaron más de una vez en la frustración de no poder casar ciertas expectativas con lo que era posible en el momento.

Espero al contar estas historias tender puentes para conectar con otros y facilitar un espacio de encuentro en el que ganemos diversidad de perspectivas sobre formas de caminar por la vida.

Así que a comenzar de cero, por tercera vez, cargando maletas que van llenas con lo que he recolectado a lo largo de ya más de 38 años y que aún tienen espacio para seguir este viaje que, quién sabe, quizá alcance su destino en el mediterráneo 😉 .

Nuestro nuevo hogar, junto al Mediterráneo

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