No han sido pocas las conversas con amigos, familiares, compañeros de trabajos, coaches, terapeutas, ni han sido menos los libros consultados, las horas de meditación, las hojas escritas, los documentales analizados, las canciones entonadas a voz en cuello, las rabias o las contradicciones que me han permitido finalmente aceptar que mi felicidad tenía fecha de caducidad en los dos países que, paradójicamente, se pelean el primer lugar en la lista de los más felices entre los felices del mundo.

Ha sido un recorrido de once años, parte de ellos recogidos en este blog: “Venezuela, no es más que un hasta luego”;  “A Noruega, por favor” y “Di Güanderful, güanderful Copenhague”.  He ganado mucho en el camino: dos hijos, un matrimonio consolidado, idiomas, amigos, nuevas costumbres, olores, sabores, tradiciones. Pero quisiera cerrar la serie “Dónde está el hogar” con uno de los aprendizajes que más me nutre en mi labor de acompañar a otros a encontrar su propósito:  el hogar está donde puedas ser la mejor expresión de ti mismo.

Y esto, ¿con qué se come? Desde mi perspectiva,  ser tú en todas sus expresiones ocurre cuando piensas, sientes y actúas en congruencia con aquellas cosas que son realmente importantes para ti, las que te definen, las que conforman tu esencia. Es en esa alineación que logramos alcanzar la sensación de que nos hemos realizado, de que estamos en el lugar en el que debemos estar.  

Mi lugar en Barcelona

A los pocos días de habernos mudado a la ciudad condal, caminaba yo por el parque de la Sagrada Familia y escuché algo que me devolvió a mis 6 años: la flauta del afilador de cuchillos 

Un sonido de mi infancia

Volví a ser la niña que salía corriendo a buscar un pañuelo blanco para ponérselo en la cabeza, meterse luego debajo de una mesa y esperar al tercer silbido de la flauta para pedir un deseo.  No sé si esto era un invento para mantenerme ocupada o no, pero lo cierto es que yo no arriesgaba esa oportunidad de que se me cumpliese algo por cuestionar la lógica del planteamiento.

Me emocioné.

Un simple sonido me había regalado un viaje en el tiempo. Por un instante se alinearon mi pasado y mi presente. Sentí pertenencia, congruencia, conexión.

Sentí que estaba en el lugar en el que tenía que estar.

Me sentí en casa.

Un momento cotidiano, inadvertido para muchos, me permitió tomar conciencia de que yo soy yo cuando me siento conectada, que para mí no es otra cosa que esa alineación que les comentaba entre lo que sé, lo que siento y lo que hago.

Barcelona se ha convertido en mi hogar y el de mi familia, porque me regala constantemente  esos espacios de conexión:

a través de amigos (aquí tengo gente que me conoce desde antes de yo haber mudado todos los dientes de leche);

de referencias que conozco desde niña (no solo el afilador, sino artistas, frases, tradiciones);

con actividades que me apasionan (música, baile, teatro, conciertos);

con oportunidades para aportar, mejorar e influir en mi entorno;

con pies descubiertos (el clima me ha permitido pasar días en sandalias y yo amo la sensación de libertad y frescura en los dedos de los pies);

con la naturaleza: Cataluña tiene una geografía generosa de valles, montañas y costas. La naturaleza me llena de energía y creatividad, con tal contundencia que rápidamente se ha materializado en una propuesta profesional de coaching frente al mar: Coaching by the Sea.

Qué es importante para ti

La reflexión a la que te invito es a mirarte y reconocerte. Creo firmemente que tomando conciencia de tus valores y de lo mucho o poco que haces para vivir en función de ellos es que podrás tomar decisiones que te permitan dormir de noche. Ese conocimiento de ti mismo es la brújula para reajustar el camino en los momentos en los que te sientes perdido, permitiéndote además planificar en función de lo posible y no de las circunstancias externas que son parte de nuestro día a día. 

Te invito a hacer tu propia lista de las cosas que te hacen sentir y saber que estás en el lugar en el que tienes que estar.  ¿Qué es importante para ti?

Cierro con una cita de Brené Brown, cuyo trabajo inspira gran parte del mío: 

El conocimiento (sobre ti mismo) es importante, pero solo si actuamos con bondad y con ternura frente a nuestra propia persona mientras trabajamos en pos de descubrir quiénes somos”.

Siento que estos once años han sido de un largo andar. Pero el viaje más largo, y que durará por el resto de mis días, sigue siendo hacia mí misma, hacia mi Ithaka.

¿Y el tuyo?

Barcelona mañanera

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