Aprender o no aprender el idioma local

Hace una semana comencé clases de catalán. Varias personas que conozco consideraron la iniciativa como una pérdida de tiempo.  No es la primera vez que escucho ese argumento cuando se trata de  aprender el idioma local.

En los 11 años que llevo de inmigrante, he conocido a muchos expatriados o profesionales nómadas que suelen mudarse de país cada 3 años (en algunos casos antes, en otros después), y son más de uno los que con ese estilo de vida interpretan como un esfuerzo vano aprender el idioma de donde residen “temporalmente”.

En ese tiempo, también he conocido a personas que, aún con planes de residencia más prolongada, tampoco ven el valor de aprender a comunicarse con los códigos locales.

Nos preguntamos entonces: ¿Desde dónde tomamos esta decisión? ¿Lo hacemos desde el desconocimiento del impacto cultural? ¿Desde el miedo de ser percibidos como torpes o inadecuados? ¿Creemos que no nos aporta una ganancia intelectual?

Desde mi perspectiva, la clave está en esclarecer la motivación de la persona y desde allí, con una comprensión amplia de lo que significa un idioma como elemento fundamental del proceso de integración a una nueva cultura, tomar la decisión de si el esfuerzo merece la pena o no, emocional y prácticamente, y por supuesto, prepararnos para ello.

En mi caso puedo hablarles de un antes y un después en mi proceso de integración y adaptación a nuevas culturas, desde el mismo momento en que empecé a “machucar” (mal hablar en términos venezolanos) otros idiomas:

  • trabajé en preescolares en el idioma local (en Noruega). Aprendí canciones, recetas, formas de vestir… viví la cultura desde una perspectiva única: fui parte de la formación en valores que reciben los niños desde el primer año de vida hasta que empiezan la escuela;
  • pude expresar mi consentimiento o desacuerdo en distintos contextos, desde el más cotidiano (ese no es el precio del pasaje del autobús) hasta los más críticos (trámites con hacienda, inmigración, escuela de los niños, etc.);
  • puede transformar estereotipos. Nunca olvidaré la cara de sorpresa de mi vecina del piso de abajo en Copenhague, una señora mayor, que venía a reclamarme por el sonido que causaban mis hijos (niños de 3 y 1 año que no sabían caminar, sino correr por todo el apartamento) y yo pude responderle en escandinavo (terminé mezclando el noruego y el danés cuando vivimos en Dinamarca) para llegar a acuerdos de convivencia y por supuesto despertar en ella un poco de empatía;
  • tengo ahora palabras que describen el mundo, que no existen en mi lengua materna;
  • y ahora, en mi nuevo entorno, aprendo desde el idioma la percepción del bienestar en la cultura catalana. Por ejemplo, en catalán se estila responder al “Hola, ¿cómo estás?” con un “Bé” (bien) o “Anar fent” (ahí, andando) pues, como nos explica la profe, los catalanes no son de expresarse de forma muy efusiva u optimista.

Y ahora un nuevo idioma

A través del catalán construyo también un puente de encuentro con mis hijo

Sí, uno nuevo, y uno de esos que la gente pregunta, ¿y eso, para qué sirve? Sirve nada más y nada menos para, además de lo que ya expresé en la lista anterior,  seguir acompañando a mis hijos en el “mundo” que están creando desde su lenguaje social. Me llenan cuando me enseñan nuevas palabras, cuando aprendemos canciones, cuando me corrigen la pronunciación. Es un puente más que nos une.

Hay una charla TED maravillosa de la científica cognitiva Lera Boroditsky, que muestra la riqueza y flexibilidad de las interpretaciones que hace nuestro cerebro gracias al significado que damos con el lenguaje al mundo que nos rodea. Desarrollamos códigos y habilidades en función de nuestras necesidades de expresarnos, de relacionarnos, de crear pensamientos. Vale la pena escucharla y hacer la reflexión que nos propone: ¿Por qué pienso como pienso? ¿Cómo podría pensar diferente? ¿Qué pensamientos quiero crear? Dejo el link de la charla en la página de Facebook de Ithaka para el que quiera deleitarse.

Mientras tanto, recuerda que puedes compartir tu experiencia en los comentarios, ¿Qué palabra o expresión has aprendido en un nuevo idioma que te permita expresarte más allá de tu lengua materna? ¿Qué significa? ¡Ah! Se valen expresiones de un país diferente aunque el idioma sea el mismo (Perú y Colombia, por ejemplo).

 

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